puertaquince

lunes, abril 17, 2006

el músculo sin diente


paseaba cabizbajo una tarde fría de día miércoles por los pasillos de mi facultad. una feria de libros se había instalado. miré los libros como pidiendo compañía. llegué, después de ver el de mi madre, a uno desconocido por mi que había escrito mi autor favorito.

el libro, que efectivamente me acompañó mientras duró la turbulencia, me lo terminé de leer el viernes de aquella semana santa. con el bajon de haberme terminado aquella hermosa novela y después de haber sido plantado por mis amigos ese viernes santo y cuando habíamos planeados hacer un asado para irnos todos junto al infierno por comer carne y ya siendo las cinco de la tarde, bajo, en vuelto en una parka, a dejar la bandeja a la cocina, en eso me encuentro con dos amigos que venían al asado.

en un dos por tres ya estábamos arriba de la pelota y ya no éramos tres, sino que cinco. los subí al auto y fuimos a un lugar que hacía tiempo quería ir. no tenía idea cómo se llamaba, sólo sabía llegar a el. unas luces de neón nos daban la bienvenida y nos advertía que los hombres entrábamos gratis y las mujeres pagaban luca. era mi primera vez que entraba gratis. a más de una de mis acompañantes tuve que empujar al interior del boliche de aspecto clandestino. sin saber cómo y tras pocos minutos de vacío ambiente, el lugar se llenó de hermanas colisas. ya la fiesta prendida salieron go go dancers que meneaban todo lo que tenían por delante y por detrás. en un acto sin precedentes, mis amigas, boquiabiertas, gozaron con el show y los del show gozaron con ellas. extasiadas mis amigas querían tocar a aquellos musculusos bailarines de aspecto decadente pero que estaban bien trabajados. a esta altura debo reconocer que el perfil griego de uno llamó mi atención, siempre he querido tener un mentón tipo perfil griego como el del balarín de aquella noche y bueno, si viene con calugas como aquél varón, pues también acepto... es más, la última navidad le pedí al viejito pascuero un perfil griego y claro, no me lo trajo... me parecía raro que el caluguiento del perfil griego no sonriera con tanto músculo para mostrar... hasta que en un mintuo mi amiga algo le hizo y éste sonrió al mismo tiempo en que se miró al espejo para verse reflejado en él... al descubierto y junto a sus tribiceps y cuadribiceps como testigo, dejó un orificio que denotaba la ausencia de su diente... sin duda a aquel musculoso le faltaba algo y por un perfil griego quizás le daría un diente.