el hotel con aroma francés o el día en que fui botones
el turno había empezado a las tres de la tarde y se extendería hasta poco antes de la media noche de aquel trabajo de verano de un día cualquiera de hace ya unos años.
había decidido entrar a trabajar como botones del Hyatt porque quería juntar dinero para ir al carnaval de Río de Janeiro con un ahora ex marido.
era una temporada de alta demanda, el hotel estaba completo y el aire acondicionado me estaba matando.
bien peinado, perfumado y elegantemente vestido me aprontaba a recibir a tres pasajeros que hacían su llegada al hotel: una mujer y dos hombres, todos con aspecto franchute.
justo la mañana de ese día había salido del hotel un grupo de gringos rumbo a valparaíso para tomar un crucero, por lo que excepcionalmente el hotel tenía disponibilidad.
el típico ruido de la campana sonaba desde la recepción. un colega botones y yo nos presentamos para guiar a los pasajeros a sus habitaciones. mi compañero llevó a la mujer y a mi me fueron asignados los dos hombres.
sin hablar demasiado les mostré el cuarto a los dos franceses al mismo tiempo que me percataba que eran mucho más que simples amigos, el porqué no lo sé, pero es un radar que me permite realizar esas detecciones y que tengo localizado en alguna parte de mi cuerpo y el que mis amigas han usado y abusado tratando de detectar si sus novios son o no gays.
en fin, les mostré el baño, la caja fuerte y el closet (aunque los dos estaban salidos de ahí mismo) y cuando les enseño sus camas la cara de ambos se desfiguró, ya que evidentemente éstas eran demasiado pequeñas.
Pero no fue esa la excusa que utilicé para proponerles un cambio de habitación, sino que la mala vista que les había tocado cuando podían acceder a una con la cordillera de los andes como protagonista.
inmediatamente tomé el teléfono al mismo tiempo que les pregunté si junto con el cambio de vista querían un cambio de cama y pasar de dos simples a una matrimonial, ante lo cual ellos, ya desfigurados por tener que pensar que debían caber en esas diminutas camas, manifestaron un cambio de color pasando del verde, al amarillo y terminado en el rojo, ya que supongo yo, ellos no pensarían que esa pregunta iba a ser formulada ni más ni menos que desde el tercer mundo.
se miraron y agradecidos dijeron yes, please. Me detengo en este punto, ya que la respuesta tuvo que ser en inglés porque para esa fecha aún no descubría mi lado francés, porque años más tarde y trabajando en Air France, me vine a enterar de que yo hablaba francés, poco y chamullado, pero lo hablaba.
al otro lado del teléfono la colega recepcionista me preguntó qué era lo que necesitaba y yo le dije que una habitación con mejor vista y con cama matrimonial para los dos pasajeros. Ella me dejó esperando mientras escuchaba como música de espera su respiración que cada vez se agitaba más a medida que iba escribiendo en su teclado y dándose cuenta de que los pasajeros que yo tenía en frente eran hombres... no duró mucho la espera cuando me dijo subiendo el tono, "¡pero si son dos hombres!", al mismo tiempo que le respondí, "yo no tengo problema y no creo que tu debieras tenerlo tampoco".
junto con darme las gracias, recibí una buena propinda por parte de los huéspedes franchutes, los que con un aspecto un tanto tímido, me dirigían miradas de agradecimiento cada vez que pasaban por conserjería del hotel.
había decidido entrar a trabajar como botones del Hyatt porque quería juntar dinero para ir al carnaval de Río de Janeiro con un ahora ex marido.
era una temporada de alta demanda, el hotel estaba completo y el aire acondicionado me estaba matando.
bien peinado, perfumado y elegantemente vestido me aprontaba a recibir a tres pasajeros que hacían su llegada al hotel: una mujer y dos hombres, todos con aspecto franchute.
justo la mañana de ese día había salido del hotel un grupo de gringos rumbo a valparaíso para tomar un crucero, por lo que excepcionalmente el hotel tenía disponibilidad.
el típico ruido de la campana sonaba desde la recepción. un colega botones y yo nos presentamos para guiar a los pasajeros a sus habitaciones. mi compañero llevó a la mujer y a mi me fueron asignados los dos hombres.
sin hablar demasiado les mostré el cuarto a los dos franceses al mismo tiempo que me percataba que eran mucho más que simples amigos, el porqué no lo sé, pero es un radar que me permite realizar esas detecciones y que tengo localizado en alguna parte de mi cuerpo y el que mis amigas han usado y abusado tratando de detectar si sus novios son o no gays.
en fin, les mostré el baño, la caja fuerte y el closet (aunque los dos estaban salidos de ahí mismo) y cuando les enseño sus camas la cara de ambos se desfiguró, ya que evidentemente éstas eran demasiado pequeñas.
Pero no fue esa la excusa que utilicé para proponerles un cambio de habitación, sino que la mala vista que les había tocado cuando podían acceder a una con la cordillera de los andes como protagonista.
inmediatamente tomé el teléfono al mismo tiempo que les pregunté si junto con el cambio de vista querían un cambio de cama y pasar de dos simples a una matrimonial, ante lo cual ellos, ya desfigurados por tener que pensar que debían caber en esas diminutas camas, manifestaron un cambio de color pasando del verde, al amarillo y terminado en el rojo, ya que supongo yo, ellos no pensarían que esa pregunta iba a ser formulada ni más ni menos que desde el tercer mundo.
se miraron y agradecidos dijeron yes, please. Me detengo en este punto, ya que la respuesta tuvo que ser en inglés porque para esa fecha aún no descubría mi lado francés, porque años más tarde y trabajando en Air France, me vine a enterar de que yo hablaba francés, poco y chamullado, pero lo hablaba.
al otro lado del teléfono la colega recepcionista me preguntó qué era lo que necesitaba y yo le dije que una habitación con mejor vista y con cama matrimonial para los dos pasajeros. Ella me dejó esperando mientras escuchaba como música de espera su respiración que cada vez se agitaba más a medida que iba escribiendo en su teclado y dándose cuenta de que los pasajeros que yo tenía en frente eran hombres... no duró mucho la espera cuando me dijo subiendo el tono, "¡pero si son dos hombres!", al mismo tiempo que le respondí, "yo no tengo problema y no creo que tu debieras tenerlo tampoco".
junto con darme las gracias, recibí una buena propinda por parte de los huéspedes franchutes, los que con un aspecto un tanto tímido, me dirigían miradas de agradecimiento cada vez que pasaban por conserjería del hotel.
4 Comments:
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is extremely useful and essential for me!With the best regards!
David
By Anónimo, at 11:33 a. m.
Que buena historia, igual bien q les tocaste tu para q no dumieran en esas pequeñeces de camas. saludos
By Cristóbal , at 1:48 a. m.
Thanks a lot for this place, where people can leave their ideas and opinions, it's great!With the best regards!
By Anónimo, at 6:16 p. m.
TIENES ABANDONADA ESTA SECCION DE TU VIDA CYBERESPACIAL?
te agregare de todos modos, ojala lo reabras, para leerte siempre, aunque sea a la distancia
BESOS GRANDES
M.
http://www.malvainthejungle.blogspot.com
By Malva!, at 10:55 a. m.
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